Estas pruebas tienen como objetivo diagnosticar los problemas más comunes de esterilidad.
En un Estudio Básico de Esterilidad es necesario conocer si existe ovulación, si hay permeabilidad tubárica y si hay un número-movilidad de los espermatozoides adecuada. Además, hay que añadir la evaluación de la reserva ovárica en pacientes mayores de 35 años o en mujeres más jóvenes si existiese alguna sospecha de baja respuesta.
En aquellas mujeres con ciclos irregulares deberían investigarse gonadotropinas basales (FSH y LH), prolactina y progesterona en segunda fase del ciclo (día 20-22 de ciclo).
Las pacientes estériles no tienen mayor número de patologías tiroideas que la población general, por lo que sólo se realizarán estudios de función tiroidea cuando haya sospecha de enfermedad tiroidea, alteraciones menstruales o en mujeres que no ovulan.
Para evaluar la ovulación, se debe determinar progesterona en día 20-22 de ciclo, o en días posteriores en mujeres con ciclos más largos.
En el estudio de la permeabilidad tubárica, la histerosalpingografía sigue siendo el método de elección, ya que permite en el mismo acto evaluar la cavidad uterina. Consiste en la administración de un contraste radiopaco (no deja pasar a los Rayos X) a través del cuello del útero, que pasa al interior de éste y de las trompas. En el mismo momento se realizan radiografías para visualizar el paso del contraste. Al ser una prueba molesta, no es necesario realizarla en casos de factor masculino severo si no se sospecha en ecografía transvaginal previa una patología en las trompas.
Para valorar el factor masculino se solicitará un estudio del semen (seminograma), siendo crucial conocer el número y la movilidad de los espermatozoides (la morfología tiene menos valor). Existe una gran variabilidad en un mismo varón, por ello, y sobre todo cuando el resultado previo esté alterado, se aconseja repetirlo al cabo de al menos 3 meses, pues es lo que tarda en completarse el ciclo de formación del espermatozoide.
En nuestros centros también recomendamos el estudio de la fragmentación de ADN espermático, ya que su elevación altera la funcionalidad de los espermatozoides y los resultados de los ciclos de reproducción asistida.
Finalmente, para la evaluación de la reserva ovárica, hay varios test indicados para esto, como son la determinación de FSH (Hormona Folículo Estimulante) y estradiol, el recuento de folículos antrales mediante ecografía transvaginal de ambos ovarios, o la determinación de hormona antimulleriana.
Estas pruebas nos dan información sobre la respuesta ovárica y el número de ovocitos que se pueden extraer de los ovarios sometidos a la estimulación ovárica, pero no sobre su calidad ni sobre la posibilidad de lograr un embarazo. Es por eso que todos ellos sólo sirven para aconsejar y, aunque sus niveles sean patológicos, no debemos excluir a las pacientes para la realización de técnicas de reproducción asistida, salvo que sean niveles muy alterados.
Las guías de recomendación clínica aconsejan que sea elección del equipo local de fertilidad el que decida el orden de elección y preferencia de los test de reserva ovárica (hormona antimullerina, FSH o recuento de folículos antrales) en función de sus posibilidades diagnósticas, del laboratorio y de las capacidades del ecografista.
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