Cáncer y fertilidad: ¿es posible tener hijos tras superar un cáncer?

Los tratamientos contra el cáncer han evolucionado tanto que afortunadamente cada vez son más las curaciones. El papel de la Medicina Reproductiva es fundamental en la lucha contra una de sus secuelas: la esterilidad. Muchas son las personas que padecen cáncer y que todavía no han tenido descendencia. En muchos casos, han sufrido el cáncer durante su infancia, juventud o en la vida adulta, pero cuando aún no se habían planteado ser padres.

Tanto el estado general que ocasiona el cáncer, como los tratamientos empleados para vencerlo (cirugía, radioterapia o quimioterapia), pueden afectar la fertilidad tanto en hombres como en mujeres.

El riesgo de infertilidad por cáncer varía dependiendo de:

• La edad de aparición del cáncer: antes o después de la pubertad, antes o después de la menopausia, etc.
• El tipo y la extensión de la cirugía.
• El tipo de tratamiento: radioterapia, quimioterapia, terapia hormonal, terapia dirigida, inmunoterapia, trasplante de células madre.
• La dosis del tratamiento.

No todas las personas se ven afectadas de la misma manera por el cáncer o su tratamiento.

Cáncer y fertilidad femenina

Los tratamientos contra el cáncer, como el cáncer de mama, afectan a la fertilidad femenina. La radioterapia alrededor de los órganos reproductivos de una mujer puede afectar directamente su fertilidad (pelvis, vientre, útero). Dosis altas de radiación como tratamiento oncológico pueden destruir parte o toda la reserva ovárica. Igualmente, el daño por la radioterapia sobre órganos reguladores hormonales como el tiroides o la hipófisis producirán daños en la fertilidad.

Por su parte, la quimioterapia incide directamente sobre los ovocitos, ya que funciona aniquilando las células que se dividen rápidamente, como es su caso. La cirugía sobre los órganos reproductivos ocasiona un daño directo, pero otras veces se operan zonas vecinas, creándose inflamación y adherencias que también serán perjudiciales.

Cáncer y fertilidad masculina

Determinados tipos de cáncer, como el testicular, próstata, o vejiga, que afectan directamente a los órganos reproductivos masculinos, tienen más probabilidad de generar infertilidad, especialmente si hay cirugía para extirpar el tumor maligno.

La radioterapia, cuando se dirige a la pelvis, puede acabar con las células madre que producen los espermatozoides. Asimismo, la quimioterapia lesiona en muchos casos la capacidad reproductiva del varón.

Opciones de preservación de fertilidad

Preservar la fertilidad es conservar los gametos, óvulos o espermatozoides, antes de que los tratamientos contra el cáncer, como la quimioterapia o la radioterapia, puedan dañarlos. Y esa conservación la hacemos por congelación.  En el caso de la preservación de los óvulos la congelación que usamos se conoce como vitrificación, un sistema de congelación ultrarrápida, que evita que se produzcan daños en las células por la formación de cristales de hielo. En el caso del esperma se suele recurrir a la congelación lenta en muestras normales y solo se vitrifican por ahora muestras muy escasas y, por tanto, de muy alto valor reproductivo.

Tras la vitrificación de óvulos, mantenemos los gametos sumergidos en nitrógeno líquido, que nos garantiza temperaturas por debajo de los 196º bajo cero. En estas condiciones, las células paran su metabolismo y pueden permanecer vivas y sin ser dañadas durante años.

Cuando una persona que ha vencido al cáncer quiere tener un hijo, pero su fertilidad ha quedado dañada, solo hay que descongelar sus gametos y usarlos con alguna de las técnicas de reproducción asistida que realizamos en los centros de reproducción.

Durante el tratamiento oncológico

Antes de someterse a una cirugía o un tratamiento del cáncer, es muy importante que consulte con su equipo de atención médica para saber cómo podría afectar su fertilidad.

Los tratamientos oncológicos suelen afectar la fertilidad en un alto porcentaje de los pacientes. Es por eso que la criopreservación de óvulos, espermatozoides o tejido ovárico, nos ofrece la posibilidad de, una vez superada la enfermedad, existan posibilidades de tener hijos.